Moshkatello y la Elefanta

Erase una vez un duendecillo llamado Moshkatello brillante como la luna, dulce como el algodón de azucar y loco como el coco. A Moshkatello le encantaba encantar a una elefanta con pelo de león con sus encantadoras muecas de sandia y babas de melocotón.
Cada dia que pasaba junto a su hermosa compañera, le regalaba un poco de polvito màgico para aliviar sus penas cuando estas se apoderaban de su dulce melón. La Elefanta con gran entusiasmo lo iba guardando en una pequeña cajita morada que a su vez estaba llena de escarcha de árbol y conchas incrustadas. Conchas de caribe, conchas de pacifico.
Una noche Moshkatello se sentá a mirar la luna pensando en aquella Elefanta que había desaparecido repentinamente entre las tiernas flores del bosque de los árboles gigantes, en un momento de extrañas sensaciones y oscuros reflejos. Mientras se escuchaba el lejano sonido del mar, el duendecillo loco y soñador, prestó mucha atención y viajó junto aquel concierto de olas, de peces, de luciérnagas marinas y pipas saltarinas, más allá de lo que su cuerpo de duende podia aguantar. Cuando en ese momento una brisa con escencia de mandarina rozó su suave y blanca piel provocándole miles de escalofrios, él sin sentir miedo, dejò su cuerpecito flotar junto aquellas sensaciones inimaginables y de pronto! una voz, tambaleándose entre la oscuridad le susurro al oido la frase mas hermosa que jamás había escuchado: y esa luna! y esas olas!....son hermanas, juntas pero lejanas y conversando entre ellas, las voces se convierten en luz.. en la luz de las estrellas....
Moshkatello asombrado pero a la vez intrigado, abrio sus ojos lentamente mientras giraba su cabeza hacia adonde venia aquella melodiosa voz, y cual fue su sorpresa... Una elefanta sonriente tendiendole la mano y ofreciendole miles de besos de frambuesa. Moshkatello pronunciando miles de muecas en su carita tomo su mano y juntos partieron hacia luna flotando sobre el bosque de los arboles gigantes.
Siempre sonrientes, siempre sonrientes....